viernes, 30 de diciembre de 2011

Mis cosas

En la radio, la primera pregunta fue sobre qué hacía yo para ser una mujer decrecentista (tal cual).
Me quedé bastante cortada porque mi discurso me lo había preparado de otra forma, más de teoría general, más sobre las Jornadas y sus fines. No me he vuelto a escuchar, pero en mi recuerdo queda que dije algo así como: - ¿yo? pero ¡no creo que eso interese! 
Comenté cómo dejé de desplazarme para realizar mi trabajo remunerado-profesión, y no me acuerdo de mucho más. Desde entonces me quedé con un regustillo de que quizá sí que fuera de utilidad y ahora que acaba el año voy a hacer una lista de cosas pequeñas (algunas medianas) pero que en su conjunto describen una dirección que he tomado y de la que cada día estoy más segura y disfruto más.
Al cajón desastre.
Crear un pequeño huerto familiar (pequeño por el tamaño, familiar porque lo disfrutamos todos). Recoger semillas, hacerlas germinar y plantarlas para verlas crecer y comer rico, rico. También poner macetas que no sean decorativas sino que de todas se saque algo. Comer hojas de estevia y tomar kéfir casi todos los días.
Compostar todos los deshechos orgánicos de casa, los del huertito nos han servido para tener patatas al plantar en ellos y bajo una gran capa de paja; los de casa me han hecho descubrir mi amor por las laboriosas lombrices además de disminuir el cubo de la basura a menos de la mitad.
Hacer mermelada (albaricoque, nectarina, higo...), encurtir pepinillos, embotar tomate, preparar aceitunas de tres o cuatro maneras... 
Realizar nuestro propio horno de leña, cocinar en él y disfrutarlo; y descubrir la eficiencia de la olla ferroviaria.
Preparar nuestros yogures con una caja de gambas congeladas como sitio para mantenerlos calientes y que fermenten, y nuestro bizcocho, pan y arroz con leche en la panificadora (¿cómo hemos podido vivir sin ella?).
Lavar con nuestro propio jabón para el lavavajillas, para el de lavadora me está esperando el aceite usado que quiero reciclar, por ahora lavamos con uno hecho en casa, pero no en la nuestra.
Comprar la copa (como leí por ahí, un buen uso del petróleo) para olvidarme de compresas y tampones.
Encontrar un grupo de consumo ecológico y tener el gustazo de comprar y consumir buenos productos, más baratos y además buenas relaciones humanas.
Encontrar otro grupo de gente llamada por el decrecimiento en el que me siento libre para hacer y decir, donde cada uno en su diferencia aporta y que me hace pensar que no todo está perdido (esto sobre todo me pasa por no ver la televisión ni leer apenas los periódicos, otro de los cambios bonitos de mi vida de estos últimos tiempos).
Moderar una mesa redonda sobre ecoalimentación y otras formas de producir y de consumir y dar una charla en el cole a otras madres para pensar juntas a dónde van las cosas que compramos cuando ya no las queremos y si necesitamos tanto.
Reducir gastos y consumos, el de calefacción de la casa a la mitad en el pasado invierno.
Robar unas agujas y aprender a tejer, llenado la casa por ahora de lanas y espero que, en no mucho, de jerseys.
Tener tiempo para la crianza de nuestros hijos y aprender de ellos al menos tanto como lo que se supone que nosotros les debemos enseñar. 

Y decrecer en muchos aspectos pero crecer en amor al amor y en afecto hacia mis semejantes... sobre todo hacia los que me acompañan en el día a día.

... ... .... 


MUCHO ÁNIMO DE ESPÍRITU PARA EL CAMBIO DE AÑO
 NO REBLAR


1 comentario:

  1. Una de las cosas que me doy cuenta es que el decrecimiento necesita mucho tiempo. Ya sé que puede parecer una paradoja, puesto que decrecer significa ser menos dependiente del exterior, de las cosas materiales que no son necesarias, lo que nos llevaría a tener que trabajar menos para mantener un muy modesto estilo de vida.
    El problema surge cuando adquirimos una serie de obligaciones con el sistema, por ejemplo, cualquier prestamo o hipoteca. En ese momento, tu trabajo se convierte en tu principal preocupación y las jornadas de más de ocho horas son habituales.

    Yo cuando llego a casa, ya estoy algo cansado y después de las tareas domesticas y después de cocinar, tan solo me queda un corto espacio de tiempo a dedicar al ocio, y con poco tiempo hay que intentar distribuirlo en varias cosas.
    Por eso siento que el decrecimiento supone un esfuerzo o inversion de tu tiempo libre, según se mire. Por ejemplo, el huerto que poco a poco voy ampliando y mejorando es una de las mayores satisfacciones que puedo tener actualmente.

    Sin embargo, creo que hay una actividad principal que no necesita la inversión de tu tiempo y esfuerzo y que es un inicio en el decrecimiento. Ésta consiste en el planteamiento racional sobre todo aquello que adquirimos. Reflexionar si la adquisición de todo tipo productos se deben realmente a una necesidad o a un impulso. Reflexionar si, como nos bombardean desde los medios de comunicación, la felicidad se encuentra detras de una cazadora o detras de una televisión 3D de última generación.

    A mi parecer, este cambio interior sería el primer paso para un decrecimiento consciente en busca de una felicidad real alejada de los bienes materiales.

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