jueves, 12 de noviembre de 2015

Poemas a los árboles... y a todo lo demás.

Me estaba poniendo en plan activista y casi reivindicativo, pero no quiero perder el tono vital, expansivo y con un importante factor espiritual que me es necesario para seguir con la motivación suficiente para publicar algo periódicamente. Para no aburrirme a mí misma.

Puesto que no sé muy bien qué objetivo tiene este blog, más allá de recoger enlaces a temas que me interesan y compartirlos y, por otra parte, habituarme a escribir con la íntima motivación de hacerlo cada vez un poco mejor, quiero ir probando y experimentando.

No se puede vivir a la contra. Por eso todos los días leo poemas. En la poesía encuentro mi forma de meditación, ya que no conozco ninguna de las técnicas y de los métodos que hay por ahí, no puedo comparar ni nada parecido, pero a mí este procedimiento me gusta. Es un abandono creativo, un dejar en suspenso el día para que penetre la experiencia de otros y su visión personal de la realidad, con la que algunas veces logro conectar para amplificar la mía o para variarla.

Leo uno tras otro los versos más diversos que alcanzo a encontrar y el estado de mi espíritu cambia, a mejor, aunque no tiene por qué ser a la alegría o hacia algo positivo de primeras, en el fondo mi disposición interior se renueva.

Prefiero antologías, que me permiten abarcar más y luego indagar en aquellos o aquellas que llamaron mi atención. También participo de un club de la rima, un grupo humano que quiere compartir, en la variedad y la diversidad de los gustos de cada cual, su pasión por la poesía.

Casi no he encontrado poetas actuales que me gusten, quizá podáis ayudarme a encontrar otros que sí, y vuelvo a los que nacieron antes de los treinta-cuarenta y a los clásicos y medievales, casi siempre en castellano aunque hay poetas que como no puedo leer en su idioma por lo menos lo hago traducidos.

También disfruto mucho el momento de sentir que descubro una joya... es una pequeña tontería porque solo es fruto de mi ignorancia y desconocimiento anterior, miles de personas la han encontrado antes que yo, pero el efecto efervescente que provoca en mí, es lo que ahora me importa. Ya iré conociendo cada vez más y nunca sabré todo, con lo que espero mantener mi capacidad de sorpresa siempre viva. No estar de vuelta.

Vivificar el espíritu para no doblegarnos, inundar el día a día de bondad, belleza, perdón, compasión, y que la lucha salga de nuestra parte más positiva y luminosa. Y mucho menos del miedo, la venganza o la ira.

Como decía, por eso todos los días leo poemas y os invito a probarlo, descubrir el poder de la poesía para conectar con algo interior, propio, individual y por lo tanto único, para mirar dentro de nosotros a través de las palabras... que hacemos nuestras pese a que son de otros.

El paso más allá es olvidarse de que no podemos, que es mejor ni siquiera intentarlo y empezar a ser creadores de poesía, la más diversa, la más personal, particular, subjetiva, quizá descubramos que así somos nosotras mismas más que de ninguna otra manera. Porque si surge de ahí será verdad, fuera de etiquetas, movimientos y corrientes, y es lo que imperiosamente necesita el mundo, verdad en el arte, verdad en la vida. Para derrotar, al menos un poco, a la cultura de la muerte que nos impregna a cada rato.

Si ponemos la combinación de introspección e imaginación en marcha podemos sentirnos mejor, con más fuerza para enfrentarnos a la dureza de la realidad y encontrar claves para transformarla.

Si lo probáis me contáis qué tal se os da...


Carne inmortal

Yo le tengo horror a la muerte
Mas a veces cuando pienso
Que bajo de la tierra he de volverme
Abono de raíces,
Savia que subirá por tallos frescos
Árbol alto que acaso centuplique
Mi mermada estatura,
Me digo: -Cuerpo mío:
Tú eres inmortal.
Y con fruición me toco
Los muslos y los senos,
El cabello y la espalda,
Pensando: ¿Palpo acaso
El ramaje de un cedro,
Las pajuelas de un nido,
La tierra de algún surco
Tibio como de carne femenina?

Y extasiada murmuro:
-Cuerpo mío: ¡estás hecho
De sustancia inmortal!

Juana de Ibarbourou, Raíz salvaje, 1922




Enlazo un par de libros que están online. Fue al encontrarlos, en mi búsqueda cotidiana de qué leer de hace unos días, cuando me entraron las ganas de escribir un poco sobre esta adicción mía.












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