jueves, 17 de septiembre de 2015

Mujeres en el frente. Canción.

Soy incapaz, espero que por el momento, de ordenar, analizar y sacar algunas palabras nuevas a todo lo que llevo leído y escuchado sobre la guerra en Siria y, lo que los periódicos han bautizado como, la "crisis de los refugiados".
Por eso sólo transcribo la carta de una guerrillera kurda, en primera línea de combate contra el Estado Islámico, una vez que el ejército regular de Siria abandonara la zona de Rojava (Kurdistán occidental) y los dejara a su suerte frente a los terroristas (¿hacemos apuestas sobre quién los ha armado?).
Mujeres como ella llevan a cabo la verdadera lucha, que nada tiene que ver con lo que nos quieren vender aquí como "opresión de la mujer", a veces adjetivándola además como de "histórica".
Codo a codo con los hombres, en otras unidades de defensa, tienen la misma motivación: la autogestión, el autogobierno y la libertad de los pueblos.
Qué ejemplo más alentador de dignidad y fuerza.


"Estoy bien, madre. Ayer celebramos mis diecinueve años. Mi amigo Azad cantó una bella canción sobre las madres y pensé en ti y eso me hizo llorar. Azad tiene una voz bonita y él también lloraba mientras la cantaba. Echa de menos a su madre, a quien hace más de un año que no ve.
Ayer atendimos a un amigo herido por dos disparos. No se había dado cuenta de la segunda herida, sólo me señalaba la primera, en el pecho; sangraba por el costado, y le pusimos vendas y le di de mi sangre.

Estamos en el costado este de Kobane, madre, sólo a unos pocos kilómetros entre ellos y nosotros; podemos ver sus banderas negras; escuchamos sus comunicaciones; a veces, no entendemos que dicen porque hablan en otros idiomas, pero sentimos que tienen miedo. Somos un grupo de nueve milicianos, el más joven, Resho, es de Afrin. Ha combatido a Tal Abyad y, después, se incorporó al grupo. Alan es de Qamishli, de su mejor barrio; ha luchado en Sere Kaniye antes de unirse a nosotros; tiene unas cuantas cicatrices en el cuerpo, dice que son de Avin. El más viejo se llama Dersim, es de las montañas de Qandil, su mujer fue mártir en Diyarbakir y le dejó con dos niños.

Estamos en una casa de la periferia de Kobane. No sabemos casi nada de sus antiguos habitantes, hay fotos en las paredes de un señor mayor y otra de un joven con un lazo negro en el marco, me parece que es un mártir… Hay fotos de Qazi Mohamad, de Mulla Mustafa Barzani, de Apo y un antiguo mapa otomano del Kurdistán. Hace tiempo que se nos acabó el café y nos hemos dado cuenta que la vida continua siendo bella incluso sin café. Para serte sincera, nunca he tomado un café como el tuyo, madre.

Estamos defendiendo una ciudad pacífica, nunca hemos atacado a nadie, todo lo contrario, hemos acogido a muchos de nuestros hermanos sirios, heridos y desplazados. Estamos defendiendo una ciudad musulmana que tiene decenas de mezquitas. La defendemos de fuerzas bárbaras.

Madre, vendré a verte cuando esta guerra tan fea que nos han impuesto se haya acabado. Vendré con mi amigo Dersim, que tiene que volver a Diyarbakir para reunirse con sus hijos.

Todos echamos de menos nuestras casas y queremos volver, pero esta guerra no conoce el significado de la añoranza. Tal vez no vuelva, madre; y si es así, estate segura que, durante todo este tiempo, he soñado que te abrazaba, pero no he tenido suerte. Si no vuelvo, sé que un día visitarás Kobane y buscarás la casa que ha sido testigo de mis últimos días… Está en la zona este de la ciudad, está medio destruida, tiene una puerta verde acribillada a tiros y verás tres ventanas. La que da al este, encontrarás mi nombre escrito en tinta roja. Detrás de esta ventana, madre, he estado esperando, contando mis últimos momentos mirando la luz del sol que penetra por los agujeros hechos por las balas. Fue detrás de esta ventana que Azad cantó su bella canción sobre las madres, su voz sonaba bonita cuando decía “te echo de menos, madre”.

Te echo de menos, madre.

Tu hija Narin."

(Originalmente en https://directa.cat/podem-veure-seves-banderes-negres)


Silvia Tomás se ha inspirado en esa carta, y en ese combate real, de carne, hueso y sangre y que no tiene nada que ver con la manipulación de los medios de comunicación, para componer una bella canción que en su voz suena así: "Carta a Kobanê" (dale al Play)... una maravilla...


Quién ya no cantará más es Viyan Peyman. Ella también era una emigrante, pero eligió las montañas y la guerrilla: "Viyan Peyman, la voz kurda asesinada por el IS"






Ellas luchan por su vida y por su futuro... y por el nuestro. 


En V.O.Subtitulado al inglés



Her War: Women vs. ISIS (RT Documentary)



En castellano
"Mientras esté viva, quiero ser útil"

jueves, 3 de septiembre de 2015

Poema: "Canción última" de Miguel Hernández




Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.



Miguel Hernández